viernes, 10 de agosto de 2007

el pirulo del amor

Pues ahí estaba la Puri un 5 de agosto a las 3 de la tarde con todo el solanero en la cabeza en medio de un polígono industrial, esperando. Como está cansada porque la noche anterior se fue de fiesta y se trincó a media ciudad decide meterse en un bar. Situación: sin aire acondicionado, a reventar de trabajadores, albañiles y camioneros pidiendo el menú del día y con olor a fritángana. Puri se sienta en la barra, cruza las piernas y pide un café y el periódico. Se oyen cuchicheos y codazos. Al rato Puri acaba el café y pide un helado.
¿De qué lo quieres, hermosa?
Pues no sé, tráeme alguno de hielo que hace mucho calor.
El camarero sonríe ladinamente y le trae a Puri el helado más fálico que existe. El Pirulo.
Puri, que es una zorra, ni corta ni perezosa le quita el plástico lentamente y empieza a lamerlo por arriba.
El rumor empieza a crecer en intensidad, los hombres se giran hasta dónde está ella, el camarero sonríe.
De repente se oye un: chupa, chupa.
Y la Puri, que nació así ella, la emprende a lametazos con el Pirulo.
Se hace el silencio en el bar, cuando termina, se limpia las comisuras de la boca y pregunta:
¿qué te debo?
Nada, invita la casa, responde el camarero.
Y porque me tenía que marchar - me dice- que si hubiera tenido tiempo me cojo a alguno de los que hay por allí y me lo follo, que algunos estaban buenos.

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